Buen fútbol y un equipo al alza.
Los últimos resultados han cambiado la dinámica negativa del Villarreal CF y
ratifican un modelo de juego ofensivo, atrevido y virtuoso. Con Marcelino a los
mandos, el conjunto castellonense fija en las plazas europeas el objetivo para
la competición doméstica. Y ello con una confección mixta de plantilla, jugadores
emblema y futbolistas jóvenes de puro talento. Un proyecto atractivo.
Desarticular el intento de jugar desde atrás
El Villarreal evita la salida en
corto: los dos puntas tapan línea de pase a los centrales adversarios. El
objetivo es que el rival la rompa y que Bruno Soriano más los dos marcadores,
Gabriel y Víctor Ruíz normalmente, defiendan el balón de cara. El problema
radica en la dificultad del conjunto amarillo para reagruparse, para hacerse
dueño de la posesión a raíz de la segunda jugada. Demasiada distancia que
recorrer para los jugadores que saltan a la presión.
Mediocentros en apoyo lateral a centrales
Los de Marcelino inician la jugada
en corto desde la base. Los dos centrales se ofrecen pero no en máxima
amplitud, pues los dos mediocentros son importantes en la circulación de balón
amarilla. Sus apoyos son laterales, caen al costado de los centrales de su
mismo perfil para girarse e intentar rebasar líneas de resistencia. Los
laterales saltan una línea y se predisponen pegados a la cal para desahogar el
juego por dentro.
Juego asociativo vs desborde e individualidad
El 1-4-4-2 que presenta el
Villarreal resulta móvil y dinámico en la fase ofensiva. Cheryshev sí ejerce de
extremo puro en la banda izquierda, pero los J. Dos Santos, Cani y Moi Gómez en
la diestra parten de fuera para ir hacia dentro. Asimetría, desborde y
velocidad por un costado y juego asociativo por el otro. Ello facilita la
incorporación al ataque por derecha de Mario Gaspar, que suma tres tantos en lo
que va de Liga BBVA.
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