Se abrió el telón. El Córdoba de Pablo Villa echó a rodar frente a un Levante bien armado y que enlazó, con el de ayer, tres partidos manteniendo la portería a cero. El conjunto blanquiverde saltó en ambas partes con una predisposición táctica en 1-4-2-3-1, un esquema con el que Villa hizo grande al Córdoba B y con el que pretende, teniendo en cuenta el ensayo de ayer y los entrenamientos, hacer grande al primer equipo. La carga física que arrastran los jugadores desembocó en imprecisiones y en acciones con poca chispa, a excepción de las conducciones de Caballero y Sebas. Supondría un problema en mera competición, pero la pesadez muscular de estas fechas minimiza el efecto negativo de tales acciones.
Las dos semanas de trabajo han servido para que el Córdoba adquiera el sello Villa. Un equipo muy intenso defensivamente, donde todos trabajan en una presión asfixiante con el fin de recuperar el balón con rapidez lo más lejos posible de portería propia. El 1-4-2-3-1 pasaba a ser 1-4-4-2 por momentos, con el objetivo de que los dos puntas tapen la salida de balón de los centrales del Levante. En ese instante de adelantar la posición diez metros, todo el equipo se movía de modo armónico con unos pivotes muy pegados a los creadores del Levante a fin de que sólo pudiesen recibir de espaldas. En ocasiones, los delanteros del Levante recibían cómodos en el espacio entre los centrales y los pivotes, alternándolo con desmarques de ruptura. Ahí debe incidir Villa y corregir, ya que el Levante hizo daño. Son desequilibrios tácticos menores si tenemos en cuenta la fecha en la que nos encontramos.
Lejos de parecer un equipo anárquico, el Córdoba derrochaba personalidad con una riqueza de movimientos destacable. El 1-4-2-3-1 se convertía en la salida de balón en un 1-4-1-4-1, donde uno de los pivotes viene a recibir entre los centrales y el otro se aleja incrustándose en la zona de mediaspuntas a fin de liberar al pivote que sacará el balón jugado. Los extremos alternaron dar profundidad por fuera con diagonales para crear superioridad numérica en zonas internas. Además, los laterales situados en la banda contraria por la que se desarrollaba la jugada, abrían el campo haciendo al equipo muy ancho con el balón en su poder facilitando la circulación de balón.
En conclusión, un equipo muy trabajado y con automatismos arraigados. En nombres propios, destacar a Abel Gómez, que realizó un desgaste defensivo dando equilibrio al equipo. También Dani Espejo, que se hizo fuerte en el lateral con agresividad a pesar de que debió marcar a El Zhar. Y por último, resaltar el descaro y desparpajo de Sebas Moyano, capaz de aguantar el balón sin complejos ante la presión de hombres como David Navarro y H.Rodas.
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