viernes, 31 de mayo de 2013

Humildad y trabajo

Saber competir. Eso es lo que define al Mirandés. Una entidad que no parte con el capital que otros conjuntos, pero donde pilares como Anduva y jugadores que se sientan cómodos en Miranda de Ebro, añaden un plus a la plantilla. La permanencia en la Liga Adelante va a constar de dos fases. De un lado, certificar la salvación en materia deportiva. De otro, la conversión a Sociedad Anónima con algunos interrogantes en el aire. La plantilla está concienciada en el primer ciclo. Dependen de sí mismos, pues ganando uno de los dos partidos que restan, la salvación estará certificada.

El esquema habitual del CD Mirandés es el 1-4-2-3-1. Un dibujo táctico inamovible a lo largo de toda la temporada, salvo en situaciones de urgencia, es decir, cuando el Mirandés ha tenido que arriesgar en los últimos minutos. Sacrificio, competitividad, y solidaridad son algunos de los principios inculcados por Carlos Pouso. El técnico conoce a la perfección las limitaciones de la plantilla, y ser superior en esos términos supone el punto de partida para salir vencedor del encuentro.



Orden como primer principio


Los automatismos se encuentran muy arraigados en el Mirandés. Si hay pérdida en zona de creación o en tres cuartas partes del terreno, retomar la predisposición táctica es la premisa. A partir de ahí, cuando el equipo es compacto, equilibrado y cuenta con todas las porciones de terreno controladas, la función pasa a ser otra. Elegir el momento exacto de buscar al rival, de adelantar las líneas de modo armónico achicando espacios. Todo ello, con el fin de robar la posesión, preferentemente en zonas de creación rival, para salir en transiciones defensa-ataque rápidas y llegar a portería contraria en 4-5 toques. Hombres eléctricos como Muneta y Alain Arroyo se vuelven especialmente importantes en este tipo de acciones.

 Importancia de las segundas jugadas


La actitud de los jugadores del Mirandés se palpa en este tipo de acciones. Los baremos de intensidad y concentración se miden en los balones divididos y en las disputas. Salir victorioso, para aprovechar las segundas jugadas y las caídas, es la vía a la victoria. Las incursiones por banda de los laterales, Iribas en la derecha y Koikili en la izquierda, siempre acaban en centros al área. Especial mención requiere Iribas, un lateral que no apura línea de fondo ya que posee la capacidad de sacar centros muy peligrosos desde cualquier posición. Ponerla por delante, en el espacio entre el guardameta y los defensas rivales, es la idea al no contar de inicio con un delantero espigado y poderoso en el juego aéreo (caso de Goiría, que será suplente a buen seguro) 

La figura de Diaz de Cerio


Su fichaje por el Mirandés, un acierto de ambas partes (club y jugador). Íñigo ha encontrado la continuidad que anhelaba tras las lesiones que mermaron su rendimiento en temporadas anteriores. Es la referencia ofensiva del conjunto burgalés sumando 8 tantos en lo que va de campaña, pero sus prestaciones no se reducen al marco goleador. El juego directo que caracteriza al Mirandés es eficiente gracias al aporte de Díaz de Cerio. Tiene capacidad para jugar de espaldas a portería contraria amortiguando los desplazamientos en largo de sus compañeros. Además, tira buenos desmarques de ruptura, incluso cayendo a banda. Ese espacio que se queda vacante es aprovechado por Alain Arroyo, que entra desde segunda línea.

Lo mejor


La capacidad de no rendirse, a pesar de que el resultado sea adverso. Luchan hasta el final, tirando de orgullo y casta.

Lo peor


La falta de fondo de armario. Cuando Pouso necesita revertir el devenir del encuentro, no cuenta con esos 2-3 jugadores capaces de romper el partido.


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