Ya sabemos la exigencia que caracteriza a la ciudad. No viene de ahora y no es novedoso. Un sinfín de recursos, de dardos envenenados. La estabilización de una plantilla, de unos objetivos, se consigue sumando entre todos. No restando. Mientras tanto, nos empeñamos en desafiar a la realidad. Una realidad que habla por sí sola: 8º clasificado -que es lo menos importante a estas alturas, fruto de la igualdad- a 4 puntos del tercer clasificado.
El año 2012 acabó mal. Muy mal. Una derrota dolorosa en el Nuevo Arcángel con una imagen poco, o nada, apta. Una manifestación del malestar por parte de la afición, en todo su derecho por cierto, dirigida hacia un foco: Rafael Berges. La jornada marcó e hizo daño (véase la comparecencia del técnico). De los momentos más delicados de los últimos años.Se dudó más que nunca de la confección de la plantilla, del rendimiento, de si se había tocado techo y de los objetivos reales de este equipo.
La "resurrección" llegó. Un comienzo de año digno de elogiar con la consecución de 7 jornadas sin conocer la derrota. La solidez defensiva añorada se consiguió, encajando sólo 2 goles en esos encuentros. Ascenso directo, decían. El partido en Montilivi barrió el crédito ganado en dos meses. Una, con perdón, hostia en toda regla al cordobesismo. Un revés que despertó las críticas aletargadas. Mediocridad, dicen.
Nada de corporativismo. El transcurso de las 27 jornadas disputadas hasta la fecha deben valer para depositar confianza en este proyecto. Hablar de mediocridad resulta, a mi juicio, descabellado. Y os lanzo 2 preguntas: ¿Es mediocre estar empatado a puntos tras 27 jornadas con equipos como el Villarreal y Las Palmas? ¿Y situarnos a sólo 4 puntos del tercer clasificado?
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